sábado, 17 de septiembre de 2011

Wet dream.

Gracias a Pato por la imagen. (En facebook: Patricio Daveiga Fotógrafo).
A los chicos de Monólogos Desaforados, por la maravillosa función de anoche, y más.

Hoy también fue noche de estrenos.

Fue la primer noche que hice más kilómetros ocupado que libre. O sea, manejé más con pasajeros encima que sin ellos. O sea, rinde. Se supone que lo ideal es un 50 y 50. Es ir a buscarlos y llevarlos, pero a veces implica también volver, y si no sale un viaje por donde uno anda, se estiran los kilómetros desocupados. Re divertido, ¿no? Les contaría detalles de la fabulosa planilla que hice para llevar la cuenta de ridiculeces por el estilo, pero creo que sería aburrirlos innecesariamente.

Sobre todo habiéndome enterado gracias a la sección "estadísticas" del blog, que fue leído en Rusia. Es magnífica la obsesión por conocer cosas, cómo nos lleva a terminar enterándonos de datos así de extraños... Por suerte la guerra fría terminó hace rato, porque yo no quiero tener problemas con nadie, y estas cosas me dan un poquito de impresión... ¿Cómo habrá sido? Pensar que allá se está terminando el verano...

Una vez recuerdo haber interactuado con una chica rusa. Fue por chat. Ella estudiaba derecho, pero le gustaba la filosofía. Se llamaba algo con A. Estaba trabajando en una empresa interesante: Ella se mostraba por una camarita, en poses tentadoras, y el público podía elegir pagar con la promesa de ver algo más bien erótico... Yo, que entraba más de curioso y alpedista que de pajero, le empecé a hacer preguntas amables y terminamos hablando de Nietzsche.

Es que a mí siempre me produjeron sensaciones encontradas las barbaridades que suelen decir los hombres excitados a cualquier tipo de mujer. Uno no sabe si quieren atraerlas o alejarlas, pero pareciera más bien lo segundo. ¿Una manifestación de la histeria masculina? Siempre me acuerdo que una vez fui a Buenos Aires a acompañar a un amigo a buscar un bajo que compró por internet. Fuimos con un remisero, que manejaba (lejos estaba yo de intuir que alguna vez formaría parte del gremio), y un camionero, que cebaba mates. No es por alimentar un prejuicio, quizá bien fundado, pero ese día escuché el mayor número de piropos y vejaciones lingüísticas simultáneos que cualquiera puede llegar a escuchar en su vida sin vomitar... Uno de los más livianitos y simpáticos era algo así como "Te regalo un camisón de baba tejido artesanal". Los pesados se los dejo a su imaginación...

También fue la primer noche que trabajo con lluvia. No llovió mucho, es cierto, pero sí lo suficiente para mantener la ciudad mojada. Se nota a la primavera acercándose a mayor velocidad. Está ahí, a la vuelta de la esquina. Ya se huele en la tierra, y hace un tiempito que se asoma por los escotes de moda... Bueno, lo reconozco: No soy de piropear, pero sí de pispear... Así que si alguien precisa donaciones de saliva, las mandíbulas están abiertas.

Sobre todo si es por una buena causa, como abrigar a una mujer.

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