domingo, 21 de agosto de 2011

Payasos en el retrovisor.

En este trabajo uno tiene la suerte de conocer a mucha gente, y mucha gente hace muchas cosas. Es interesante encontrarse con personas que tienen proyectos muy lindos, y no pierden oportunidad de relatarlos. Me parece que es bueno saber que más allá de las apariencias de altruismo o egoísmo, a este mundo lo hacemos entre todos. Y cuando hacemos, estamos haciendo de este mundo un lugar mucho más agradable. Hacer es la fuente de todo. Hacer lo que amamos es lo mejor que podemos. Y amar lo que hacemos es lo mínimo que nos debemos.

Por eso fue tan lindo ir a buscar a mi hermana y su amiga Zio vestidas de payasos de ir a repartir juguetes a qué se yo qué chicos por el día del niño (más allá de que eran muy graciosas).

Y es lindo llevar a gente a dar un concierto, con instrumentos y todo, o llevar a un iluminador a enchufar sus lucecitas mágicas, o a una mujer con un proyecto cooperativo de readaptación laboral.

Me hizo pensar en esto una mujer que dirige una comparsa en zona sur (Generación Futura, por Entre Ríos y Khantuta más o menos) que dice que hace 16 años que vienen con esto (me dijo que invite a quien quiera a participar, así que están invitados). Lo lindo fue que me contó cómo en su barrio todavía la gente sale a la vereda a compartir la vida, que la calle no está desierta como si la noche fuera una bomba nuclear y las casas refugios anti-radiación. Ahí me di cuenta lo lindo que es conocerse con el vecino, compartir algunas cosas (Yo mismo, que no tenía esa costumbre y ahora salgo seguido de casa y estoy un rato en la vereda entre que acomodo todo y atornillo el taxímetro, me di cuenta de lo lindo que es saludarse con los vecinos). Estos detallecitos cotidianos realmente pueden embellecer nuestras vidas.

En fin, como alguna vez escuché recomendar al gordo Casero: "Hagan, hagan, hagan, hagan, hagan".

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